Cuando ya no quedan palabras ni hay nada que decir, escucha mi silencio. Cuando no te nombro, porque ya no estás presente. Mi silencio ante tus indirectas, mi silencio ante tus gritos. Lo que no digo cuando cuelgo el teléfono. Lo que no siento cuando me miras. Mi respuesta callada a lo que me dices. Lo que hace tanto que no digo...
Los mensajes no respondidos. Las caricias invisibles y los ojos secos. Ya ni siquiera hay lágrimas: ni de pena, ni de rencor ni mucho de menos de amor. El seguir con mi vida sin dar un paso atrás. Los pensamientos que ya no te dedico y el tiempo que antes te prestaba y ahora me presto a mí. El latir de mi corazón sin ti, las noches de sueño sin pesadillas. Recupero las copas perdidas y vivo sin miedo a la despedida...
Así que escúchame sin oírme, pues no hay más que hablar. Sigo adelante como siempre, tengo una vida que sembrar...
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